Con este Blog abro un camino de confluencia entre mis escritos literarios y los pedagógicos. El escritor y el maestro juntan sus voces para lanzar un mensaje alto y claro: Sí, es posible el pasaje hacia un mundo mejor... ¿Seguro? ¡Segurísimo! Ahora bien, desde ya te digo que no basta con querer creerlo, hay que creer... Creer en la filosofía de vida relatada en Goig o en la mostrada por la Escuela de la Alegría es un punto de arranque... Quizás no será el ideal, quizás tampoco el mejor, pero es necesario dibujar unas líneas en el horizonte si de verdad queremos partir hacia algo. Si no has leído nunca mis escritos seguramente te perderás ante mi seguridad. Si así es te convido a leerlos. Puedes hacerlo aquí o, si me lo requieres, te los mando por mail. Pero si ya eres lector/tora habitual entenderás muy bien hacia donde quiero ir... Y si en verdad piensas como yo te invito a quedarte... ¿Te gustaría ser ciudadano de Goig? Ya te explicaré como... ¿Para qué? Quien sabe, pero, ¿no dicen que la unión hace la fuerza? ¿Probamos? Sea cual sea tu opción mil gracias por tu visita y ya sabes: vuelve cuando quieras.

En la Tierra de Nunca Quizás. La Nación de Goig. EL VIDEO PROMOCIONAL

lunes, 1 de noviembre de 2010

El sentido de la vida en la naturaleza y en la infancia...

PASAJE HACIA UN MUNDO MEJOR

EN LA TIERRA DE NUNCA QUIZÁS. LA NACIÓN DE GOIG (17)

En la naturaleza y en la infancia se dan respuestas muy sencillas sobre el sentido de la vida...



3.2.8. Excursión al Valle del Nou Nat: De cómo de las preguntas de una niña brotaron respuestas inesperadas...

Teresa y Raimon restaron un largo rato mirándose fijamente, como si quisieran grabar el momento, como si buscaran fijarlo con el barniz de la esperanza... Luego Teresa preguntó:
- ¿Y ahora? ¿Dónde me llevarás hoy?
- A ninguna parte. Te voy a dar el resto del día libre. En parte porqué así lo acostumbramos a hacer y en parte porqué debo trasladarme a mi pueblo para tratar temas personales. Nada importante, no te preocupes, pero sí cosas necesarias.
- ¿Y yo? ¿Qué me recomiendas que haga? ¿Me quedo en casa? ¿Salgo a pasear?
- En la mochila te traje una picnic que te han preparado. Yo te propondría que vayas de excursión. Mira, vamos afuera.
Y Raimon la tomó de la mano y la condujo hasta la puerta...
- ¿Ves el puente? Sí, claro. Al cruzarlo te encontrarás un camino, si lo sigues hacia la derecha te llevará en dirección al mar, si lo tomas para la izquierda te acercarás a aquellas montañas. Allí se encuentra el Valle del Nou Nat.
- ¿Nou Nat?
- Significa “recién nacido”... Le pusieron así pues allí nace el río Vida.
-Suena bien... ¿Te veré a la noche?
- No creo que llegue a tiempo. A la noche te esperan Adriana y Fito para cenar. Están encantados contigo. Eso sí, mañana vuelvo a ser tuyo. Pasarás un día precioso, seguro. Toma la mochila, te veo mañana.
- Nos vemos. Que te vaya muy bien.

Teresa marchó sola. Raimon tuvo que pasar a recoger unas cosas y ella ardía en deseos de iniciar su excursión... ¿A dónde? Al valle del Nou Nat, claro...
El camino era llano y hacía un día precioso. Teresa se había vestido con ropa y calzado muy cómodos: unos pantalones cortos de color verde pistacho, una camiseta sin mangas amarilla y unos deportivos de tela estampada con motivos florales que le permitían ir sin calcetines. En la mochila, junto al picnic, puso una toalla, por si acaso... Andaba despacio e iba deteniendo su marcha aquí y allá: ahora para recoger flores y olisquearlas, luego para escuchar los muy distintos cantos de pájaros... Desde pequeña le encantaba eso: intentar reproducir esos cantos para ver si la respondían. Y a veces pasaba...
De pequeña... Para Teresa la infancia era una etapa de su vida muy confusa. A veces, sin quererlo ni buscarlo, le venían recuerdos... Solían ser como flashes, imágenes, vivencias o sensaciones que en ocasiones la golpeaban duramente y en otras la acariciaban, llenándola de alegría y paz. Huracán y brisa, tormenta y rocío, ... ¿Era eso el dibujo de su niñez o era algo común a todas? Ella siempre pensó que era algo muy particular suyo: nadie vive nada de la misma forma. Fuera como fuera Teresa acabó hacía tiempo rindiéndose, acabó por asimilar el rocío como una trampa que la atraía hacia el rayo. ¿Una huída? Seguro, pues en su alejamiento nunca dejó de mirar atrás, pues en su decisión podía más el miedo que la voluntad.
A medida que iba avanzando la cuenca del río se iba estrechando y a la vez el cauce del agua aceleraba su flujo. El camino había transcurrido sin separarse nunca demasiado de la ribera y el susurro inicial de unas corrientes amplias y calmas había editado una preciosa banda sonora para ese siempre cautivador paisaje ribereño. Acercándose al pie de las montañas el in crescendo de la música produjo en Teresa una emoción a la vez inquieta y curiosa: “¡Estaba llegando!”
Anduvo tan distraída que no se dio cuenta de que hacía rato que aquel camino llano había cambiado su paso a una pendiente a cada curva más empinada. En la vera del ahora riachuelo Teresa observó como el agua caía o saltaba por un muro de rocas graníticas anchuroso y abierto a un embudo que la naturaleza preparó para juntar fuerzas y encarar el viaje hasta el mar. Sin pensarlo ni un momento Teresa ascendió ese último tramo de camino que la separaba de su destino.
¡Qué hermoso lugar! Un estanque natural de verde paz: verde en la vereda pincelada de clorofilado tinte que enmarcaba el lugar y verde en la transparencia del cristalino acuoso que filtraba un fondo que en su dimensión se hacía invisible. El grisáceo puntillado de la piedra y la degradación de los tonos de una tierra que transitaba del pardo rojizo al arenoso pajizo no eran más que complementos estéticos a esa serena y placentera impresión.
Teresa respiró hondo y dejó nacer un suspiro alentador que en su ocaso la llevó a cerrar los ojos. Quería sentirlo todo, disfrutar del poso de la hermosura en cada poro de su cada vez más recuperada sensorial alma... En el aire que agasajaba su rostro se mezclaban partículas de agua que traían consigo el frescor de la vida en su máximo esplendor, el que nos enlaza con la naturaleza. Teresa quería impregnarse de esa sensación y, acariciando su cara con las dos manos, comenzó a trasladar esa revitalizante frescura por todo su cuerpo... Mientras lo hacía se tumbó en el suelo. Era un colchón de césped húmedo y Teresa no pudo reprimir hacer algo que nunca en su vida había hecho. Hizo aquello que tantas veces le había admirado ver hacer a los caballos: se revolcó, girando hacia ambos lados, cepillando su cuerpo con las hebras suaves y mojadas de la hierba. Las sensaciones táctiles se mezclaron y convidaron al baile a una apasionante mezcolanza de olores y fragancias que en su danzar coordinado y simultáneamente anárquico invitaban a un único desenlace, a un sentimiento muy penetrante y sorprendentemente liberador: vida.
Vida, vida, vida, ... ¡Teresa se sentía tan viva! Tumbada boca arriba se relajó y empezó entonces a fijarse en todo aquello que llevaba hacía rato escuchando: agua, tierra y aire, saltos, cantos y reposado silencio... Chapoteado y risas... ¿Y risas? Entonces abrió los ojos. En aquella laguna natural se estaba bañando un grupo de niños y niñas. ¡Parecían tan felices! Se habían metido en el agua desnudos y jugaban sin complejos, unidos por aquella complicidad que solo puede darse entre aquellos que se conocen y quieren...
Abstraída en su contemplación Teresa no se dio cuenta hasta que giró la cabeza: no estaba sola... A su lado se había sentado una niña... La estaba mirando, con sus ojitos grandes y simpáticos, con su sonrisa abierta y translúcida...
- Fue divertido, ¿verdad?
Teresa se fijó bien y descubrió que la niña, aunque se había arropado con una toalla, iba desnuda y estaba... Dios, ¡cómo estaba! Despeinada, medio tintada de verde, embarrada... Entonces se dio cuenta: ella también...
- Glups, ¡qué vergüenza! Debo estar horrible...
- ¿Horrible? ¿Por qué? Estás muy linda... Yo te veo muy guapa...
No recordaba que los niños suelen mirarnos siempre con el corazón... Y claro, así la veía...
- Tú también luces preciosa... Sí, la verdad fue muy muy divertido... Nunca antes lo había probado...
- ¿Ni cuando eras pequeña?
- Si llego a hacer eso cuando era pequeña, mis padres me matan...
- Vaya, pues yo he hecho eso y cosas aún más divertidas con mi papá y mi mamá... Tu no naciste aquí, ¿verdad? ¿Cómo te llamas?
- Teresa. No, no nací aquí, vida, estoy de visita... ¿Y tú? Te llamas...
- Me llamo Nuri. Y yo tampoco nací aquí... Me trajeron cuando tenía dos añitos. Ahora tengo ocho...
- Y, ¿qué hacéis aquí? Son tus amigos y amigas, los que se bañan, ¿sí? ¿No vais hoy a la escuela? No sabía que era fiesta...
- Son mi segunda familia, mis compañeros y compañeras de clase... Sí, hoy tenemos escuela, pero hoy celebramos el día de los Vínculos.
- ¿De los Vínculos? ¿Qué cosa...?
- Una vez al mes en todos los colegios de Goig se celebra ese día. Los Vínculos grupales, de equipo, de amistad, ... ¿en tu Tierra no lo hacen?
- ¿En mi Tierra? Mejor no hablemos de mi Tierra... Cuéntame, ¿y cómo funciona?
- Con mis compañeros y compañeras de clase vamos juntos desde muy pequeños. En la Escuela piensan que es muy importante que crezcamos muy unidos, que aprovechemos estos años para poder cultivar unas vínculos que nos duren toda la vida. Además, quieren que aprendamos a funcionar como equipo. Y nos enseñan como hacerlo, y además un día al mes nos dejan solos para que podamos... ¿Sabes? Ayer hicimos una asamblea y decidimos que hoy vendríamos aquí a pasar el día...
- ¿Y os han dejado solos?
- La verdad es que no... Este es el primer año que estamos solos, a medias... Hasta los ocho años los profesores nos acompañan en todo momento. Desde los ocho hasta los trece años nos dejan solos pero están cerca por si ocurre algo peligroso... ¿Sabes? Hoy me parece que las señoritas están escondidas al otro lado, en aquel bosquecito. Pero si las ves no digas que lo sé...
- Y a partir de los trece ya os dejan solos del todo...
- Sí...
Teresa se quedó pensando un momento. Era todo tan sencillo, tan simple... Miró a Nuri. Estaba observando lo que pasaba en el agua. Mientras, con sus dedos intentaba desmarañar su cabellera morena. Si tuviera que valorarla según los cánones estéticos de la “modernidad” habría concluido en que no era demasiado guapa: más bien bajita, un poco llenita, ... Pero se la veía tan despierta, tan contenta, tan viva... Solo eso ya la dotaba de una belleza inmensa, cautivadora... Nuri la sacó de sus pensamientos...
- ¿ Y tú?
- ¿Y yo qué?
- ¿Qué haces aquí?
- También vine de excursión...
- De excursión contigo misma, qué ilusión...
Teresa se sorprendió. Miró a Nuri y encontró en sus ojos una extraña mirada de complicidad. Entonces se dio cuenta de que la niña no había terminado...
- Y, ¿qué quieres encontrar?
- ¿Cómo que qué quiero encontrar? Vine a ver este lugar. Es precioso...
- Sí, es precioso, pero me parece que tú buscas algo más... ¿Algo que perdiste?
- ¿Cómo lo sabes?
- Tus ojos... Tu mirada quiere reír, pero está triste... Por tu voz.... Me hablas con alegría, pero tu voz tiembla... No sé, pensé que te faltaba algo...
- Pues sí, la verdad... Llegué a Goig porqué ya no sabía... No sé que hacer con mi vida...
- ¿Y qué vas a hacer? Vivirla... ¿Qué otra cosa se puede hacer?
Teresa se rió. Los niños... Siempre tienen la respuesta fácil... Nuri se dio cuenta y enojada prosiguió...
- Sí, soy pequeña, pero no soy tonta. Me dices que no sabes... No entiendo. ¿Qué quieres hacer con tu vida si no es vivirla?
- No te enfades... Es que para la gente mayor las cosas a veces no resultan tan sencillas...
- La gente mayor, la gente mayor... Aquí en Goig nunca escuché eso... ¿Mayor que qué? ¿Que quién? ¿Tú eres mayor porque eres más grande? Pero tu fuiste antes pequeña... Y esa niña que eras quería vivir, quería una vida... ¿Qué hiciste con ella? ¿La perdiste?
- No, cariño, no la perdí. ¿Me entenderás si te digo que se estropeó?
- Vale, entonces vas y la arreglas.
- Jooo, no es tan fácil...
- ¿Por qué no?
- Porqué a veces han pasado cosas que no esperabas, que no querías, cosas que te han hecho daño... Y te entra el miedo y te encierras en un cuarto oscuro y no quieres salir.
- Pues a mí me daría más miedo estar en ese cuarto oscuro...
- Lo sé, a mí también me asusta, por eso en parte estoy aquí.
Ahora fue Nuri la que restó callada. Teresa supuso que la niña estaba intentando comprender, pero en verdad lo que hacía era preparar su respuesta...
- Hace tiempo mi padre me llevó a un prado y me hizo estar una hora sentada con él viendo todo lo que allí sucedía. Luego me preguntó si creía que todo lo que había contemplado, si todo aquello que había sucedido era fácil o difícil de comprender. Yo le respondí que me había parecido muy sencillo. Entonces me dijo: “Así debe ser tu vida, sencilla. No quieras nunca ser más que la naturaleza, no pretendas complicarte. Alimenta y ejercita tu cuerpo sanamente y sana crecerás, alimenta y ejercita tu alma sanamente y serás feliz. Ama y serás amada, busca y serás buscada, encuentra y serás encontrada, comprende y serás comprendida... Y así, con tantas y tantas cosas. Vive, cariño, no dejes nunca de vivir, pues si la dejas la vida no dejará de llevarte. Sueña, vida, no dejes nunca de soñar, pues si los llamas los sueños intentarán alcanzarte.”
Teresa escuchaba a Nuri admirada. ¿Cómo podía recordar y expresar unos argumentos tan desarrollados?
- Qué pensamientos tan hermosos... ¿De verdad los entiendes?
- Pues claro que sí. ¿Tú no? Es fácil de comprender y aun más fácil de cumplir, ¿no crees?
No obtuvo respuesta esta vez... “Fácil de cumplir...” ¿Fácil? Pero Nuri prosiguió...
- Me parece que ya te pillé. ¡Tú vienes de “Nunca Jamás”! Uy, la Señorita Mamen nos estuvo contando un día... Uy...
- ¿Y qué os contó?
- Nos habló de una Tierra donde el tesoro más deseado era la riqueza, donde la gente vivía de espaldas a la naturaleza, donde... A ver... Nos contó tantas cosas... Sí, ahora lo recuerdo: “donde a mucha gente le asustaba más vivir que morir...”
- Uy... Ahora soy yo la que lo digo... A mí no me asusta vivir...
- Entonces, vive... ¡Vive!
Teresa se rió con ganas y abrazó a Nuri. Esa niña le acababa de dar una lección mayúscula. Entonces Nuri la besó en la frente y, asombrosamente, propuso:
- ¿Quieres que juguemos a papás y a mamás? Venga, pon tu cabecita en mi regazo y cuéntale a “Mami” qué más te preocupa...
Teresa no podía negarse. Además, le parecía una insólita pero muy simpática idea. Así que se recostó apoyándose en la falda de la niña y, mirándola con dulzura, explicó:
- Me he equivocado tanto, en tantas cosas... Y ahora no sé como corregir...
- Mira, cuando era pequeñita tuve un profesor que nos enseñó que “aquel que tiene boca, se equivoca...” Todos nos equivocamos. En la escuela nos enseñaron que si has escrito o dibujado en lápiz y te equivocas puedes borrar y corregir. Pero si lo has hecho con tinta, entonces hay que repetir, hay que reescribir o redibujar toda la página. Los tachones no valen, solo ensucian... Hay que reescribir y, ¿sabes?, casi todo en la vida se puede reescribir. ¿Lo comprendes, vida?
- Sí, mami. ¿Puedo contarte otra cosa?
- Claro, cariño, dime...
- Me asusta volver a enamorarme, a amar, a entregarme... Amando me hicieron daño y ahora tengo miedo y, aunque lo deseo, no puedo...
- Mira, te voy a contar algo: suponte que llega la Pascua y me cuentan que los preciosos y apetitosos huevos de chocolate están escondidos en el bosque. Ah, pero además, me dicen que el huevo más grande, el más hermoso y rico, se escondió en un agujero del suelo. ¿Me sigues?
- Sí, Nuri... Perdón, mami...
- Yo voy y meto la mano en un agujero y, ñaca, me muerde un conejo. ¡Ay! Luego voy y meto la mano y, ñaca, me muerde un hurón. ¡Ay! ¡Ay! Después insisto y vuelvo a meter la mano y..., y.... ssssss, me pica una serpiente... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Y, ¿qué voy a hacer? ¿Dejaré de meter la mano? ¿Voy a pensar que ese grandioso huevo no existe? Es una opción. Pero si la escojo nunca tendré ese huevo... ¿No resulta mejor darme cuenta de que cada vez que metí la mano lo hacía en un agujero diferente? Y si pienso eso puedo creer que la próxima vez meteré la mano en un agujero nuevo. Y en ese agujero nuevo quizás se halle mi tesoro, ¿no crees?
- Tienes razón. Es otro agujero, nuevo, y quizás... Y vale la pena, ¿verdad?
- ¿Por qué os habéis pintado de verde?
- ¿Quién es esa señora?
- ¿Podemos jugar con vosotras?
Teresa se levanto de golpe y miró... Ante sí descubrió atónita quienes se habían metido en la conversación: los compañeros y compañeras de Nuri las habían rodeado y estaban observándolas... ¿Haría mucho rato? ¡Qué vergüenza! Teresa musitó:
- No, no... Ya terminamos de jugar... Yo ya me iba...
Nuri la recriminó:
- ¿Por qué? ¿Cómo te vas a ir así de sucia? Quédate un rato y te bañas con nosotros...
- ¿De verdad me dejáis?
- ¡Pues claro que sí! –se escuchó de varias voces – Al agua, patos. ¡El último paga prenda!

Teresa tardó poco en quitarse la ropa y lanzarse al agua. Allí terminó, jugando como una niña más, lo que quedaba de mañana. Luego comió con sus nuevos amigos y amigas y, al terminar, estuvieron hasta media tarde hablando y cantando. Era tanta su curiosidad... Querían saber cosas de Nunca Jamás y preguntaban, y preguntaban... Luego fue ella la que preguntó, aunque poco rato pudo, vaya, no la dejaron: querían cantar y estuvieron enseñándose canciones, canciones de aquí..., y de allá.

Fue un día perfecto, uno más. ¿Uno menos? Quizás... De vuelta a casa Teresa aun tuvo tiempo de tomar un relajante baño. Luego cenó en casa de Fito y Adriana. Allí aprovechó para pedir que le contaran cosas de su mutuo amigo, Raimon, claro. ¿Quizás la notaron prendada de él? Quizás no, seguro. Pero para Teresa eso ya no era algo a amagar, más bien era un bien que no quería dejar de laborar.

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