Con este Blog abro un camino de confluencia entre mis escritos literarios y los pedagógicos. El escritor y el maestro juntan sus voces para lanzar un mensaje alto y claro: Sí, es posible el pasaje hacia un mundo mejor... ¿Seguro? ¡Segurísimo! Ahora bien, desde ya te digo que no basta con querer creerlo, hay que creer... Creer en la filosofía de vida relatada en Goig o en la mostrada por la Escuela de la Alegría es un punto de arranque... Quizás no será el ideal, quizás tampoco el mejor, pero es necesario dibujar unas líneas en el horizonte si de verdad queremos partir hacia algo. Si no has leído nunca mis escritos seguramente te perderás ante mi seguridad. Si así es te convido a leerlos. Puedes hacerlo aquí o, si me lo requieres, te los mando por mail. Pero si ya eres lector/tora habitual entenderás muy bien hacia donde quiero ir... Y si en verdad piensas como yo te invito a quedarte... ¿Te gustaría ser ciudadano de Goig? Ya te explicaré como... ¿Para qué? Quien sabe, pero, ¿no dicen que la unión hace la fuerza? ¿Probamos? Sea cual sea tu opción mil gracias por tu visita y ya sabes: vuelve cuando quieras.

En la Tierra de Nunca Quizás. La Nación de Goig. EL VIDEO PROMOCIONAL

lunes, 1 de noviembre de 2010

El amor y la voluntad del querer...

PASAJE HACIA UN MUNDO MEJOR

EN LA TIERRA DE NUNCA QUIZÁS. LA NACIÓN DE GOIG (25)

La voluntad del querer rompe tiempos y distancias y en el amor las despedidas conllevan un hasta ahora...



3.2.15. El Paso de Nunca Quizás: De cómo la voluntad de vivir puede conducir a alguien al hogar definitivo...

Al atardecer del penúltimo día Raimon recogió a Teresa en la puerta de la Biblioteca. Llevaba consigo una bolsa de viaje.

- Con mi maleta a cuestas. He puesto también un par de cosas tuyas y algo para que pases la noche.
- Jo, la última noche...
- Mejor le das la vuelta: será la primera del resto de muestra vida.
- Que bien suena: nuestra vida. ¿Dónde vamos? ¿Al Paso de Nunca Quizás, dijiste? Y eso, ¿qué es?
- Un Parador que se encuentra al lado de la Estación. El tren sale de buena mañana y a todos los que lo cogemos nos ofrecen estancia.
- ¿Y voy a encontrarme con la gente que pasó conmigo la prueba de los Guías?
- Con algunos, sólo con aquellos que no han decidido quedarse a vivir aquí.

Anduvieron largo rato por el camino que bordeaba el río, en dirección al mar. Iban cogidos de la mano y durante un buen rato permanecieron callados. Cuando dos personas se quieren compartir un silencio puede ser tan hermoso como acompañarse con la palabra. Si además esa complicidad se da en plena naturaleza, entonces la experiencia puede resultar sublime, pues cuando callas agudizas todos tus sentidos y la sensibilidad se desmelena y balancea su curiosa cabellera ante todo. Hasta que, ya a punto de llegar, Teresa decidió hablar, únicamente el respiro de un beso y un suspirado abrazo detuvieron ese maravilloso estado de misticismo sensorial.

- ¿En qué piensas, vida?
- En nada... y en mucho. He pasado aquí tanto tiempo, y...
- ¿Te da pena marchar?
- Sí y no. Sí porque la vida aquí es maravillosa y porque dejo muchos amigos y... Y no porque tengo unas ganas locas de reencontrarme con mis hijos, porque estoy convencido de que allá la vida seguirá siendo maravillosa y porque no marcho solo, me acompaña una mujer estupenda que me ama y a la cual amo.
- Realmente, ¿qué es lo que piensas echarás más en falta?
- Uy, no sé. Quizás esa cercanía, esa simbiosis tan encantadora con la naturaleza que aquí puedes desarrollar. Quizás esa sencillez de todo y en todo que aquí surge de manera natural y que allí lo más seguro deberé programar. Quizás... No sé, la verdad no lo tengo claro. ¿Y tú? ¿Qué es lo que más te asombró de tu estancia en Goig?
- Uf, tantas y tantas cosas... Nuestra historia, nuestras vivencias, lo primero, pero luego... Uf, otra vez: la amabilidad de la gente, la sencillez que comentabas, la forma de encarar la educación, de respetar la muerte, ... El día del espejo, jo, que entrañable experiencia. Mi baño en el río, ..., ¡tantas cosas!
- ¿Y de ti? ¿Qué me dirías de ti?
- Subrayaría el grandísimo cambio, la sorprendente metamorfosis... Nunca pensé que podría...
- ¿El qué?
- Conjugar al mismo tiempo la realidad y los sueños, sentirme tan niña siendo tan mujer, ver el futuro como un apasionante hogar donde vivir plenamente, ... ¡Es tan increíble todo! Y tú, ¡te debo tanto!
- ¿A mí? Te lo debes a ti, cariño, yo me he limitado a acompañarte y he sido un entusiasta espectador de tu fuerza, de tus ganas, de tu preciosa forma de renacer.

Habían llegado al Paso de Nunca Quizás. Raimon dejó el equipaje en el suelo y, antes de entrar, se fundieron en un abrazo. “Se fundieron”, ¡qué bello adjetivo para tan sublime acto! Y. ¿por qué no creerlo? ¿Acaso no se funde el metal con las brasas del fuego? ¿Resulta inverosímil creer que con la calidez de un apretón de cuerpos pueden fundirse y fusionarse dos corazones?
Cenaron en un amplio comedor compartiendo mesa con todos los huéspedes del Paso. Fue una cena realmente amena, con bandejas abundantes de comida y con copiosas y jugosas conversaciones que mantuvieron un tono alegre y que alargaron la sobremesa quizás demasiado. Al día siguiente debían madrugar...

- Buenas noches a todos. Nosotros nos retiramos- Raimon fue el primero en levantarse y concluir la velada.

Aquella noche hicieron el amor de una forma, aunque inusual, muy especial. Una ternura extraordinaria se apoderó de los tiempos y, sin previo acuerdo, ambos pausaban sus movimientos y paradas como si quisieran grabarlos en la memoria. El beso precedía a cada hilera de caricias y con ellas se postulaba de nuevo. Las miradas eternizaban su despedida y con cada entrada a la antecámara del placer volvían atrás para recuperar alguna nota de un preludio no acabado. El susurro adquirió la forma de un “te amo” repetido sin complejos, el murmullo rebotaba a ritmo de latido y un eco de palabras azucaradas de sensual y emotivo cariño sonaba en estéreo sin cesar. Muchos hay que quisieron ponerse medallas por haber conseguido numerosos orgasmos en un acto sexual de dos o tres horas. Pobres ingenuos: ¿no existe más mérito en emplear el mismo tiempo haciendo el amor para obtener un sólo orgasmo? Pero bueno, resulta sencillo, aunque pocos lo entiendan: cuando la meta es hermosa divino puede ser el camino.
Eran las tres de la madrugada y Teresa y Raimon permanecían abrazados, piel con piel, mirándose fijamente sin rendir el enfoque. Extrañamente, o no, la extrema conciliación que suele acompañar al vaciado del deseo no les había llevado a conciliar el sueño. Por varias veces uno u otro habían intentado comenzar a hablar sin poder: la respuesta de un dedo índice en los labios reemplazado por un beso cortaba cada vez la pretendida frase. Finalmente, el juego terminó cuando ambos coincidieron al unísono en un “vida te...” Se rieron con ganas de esa normal telepatía y al hacerlo rompieron la veda de la palabra. Raimon tomó la tanda el primero:

- ¿Sabes, cariño? Pensaba en algo muy hermoso, al menos a mí me lo parece.
- Y, ¿qué es?
- Nuestra historia de amor se ha desarrollado en un estado tan puro que sorprende.
- No te entiendo.
- Tú y yo y la naturaleza, nada más. No hubo ni necesidad ni posibilidad de sumar otros elementos que suelen intervenir, adquiriendo más o menos importancia, pero en general suelen estar presentes: me arreglo para ti, una cena romántica en un buen restaurante, nos compramos un regalo, te presento a mi familia, etc. Yo me enamoré de ti y tú de mí, sin decoraciones ni valoraciones estéticas o dinerarias o...
- Realmente es así. Muy atípico, ¿verdad? Y precioso, inolvidable... Si escribiéramos un libro nuestro romance podría erigirse en leyenda...
- Quien sabe si no lo hemos escrito ya...
- Sí, claro, lo escribías mientras yo dormía...
- ¿Dormir, tú? ¿Qué es eso?
- No te burles... Creo que, aunque poco, quizás, desde pequeña no dormía tan a gusto como aquí, contigo acunando mis sueños. Oye, se me ocurre algo: ¿Se puede venir a Goig con los hijos de visita?
- No, de ninguna manera. Si podrías, después de tu visita y si realmente te has ganado el privilegio de un nombre en Goig, solicitar venir a vivir aquí con tus hijas. Pero deberías estar como mínimo un año. Para que alguien venga de visita “guiada” debe haber cumplido los dieciocho años.
- Un nombre en Goig... ¡Ni me acordaba! ¿Cual será el mío? ¿Me gané ese privilegio, Raimon Corazón Bravo?
- ¿Tú qué crees? ¡Claro que sí! Te registré mientras estabas en la Biblioteca...
- ¿Y?
- Teresa.... Teresa Tierna Pasión.
- ¡Vaya!
- ¿No te gusta? ¿Qué esperabas?
- Algo como “Teresa Guapa Inteligente Simpática...” No, es broma. Me encanta. Pero, ¿la gente no va a relacionar lo de Pasión con...? Qué vergüenza, no podré salir a la calle que no me persigan los hombres...
- Anda que no... ¡Cómo te pasas! Aunque si fuera en Nunca Jamás... Allí demasiada gente confunde la pasión con el sexo. Y allí está, claro, pero no entienden que esa es una cualidad global que puede y debe cobrar vida en todo: aprendiendo, trabajando, siendo padre o madre, amando, etc. Nada viene a ser igual si le falta ese ingrediente. Cuando pensé en tu nombre goigense ese término fue el primero que me vino a la cabeza y no dudé en aceptarlo. Pasión es fuerza, es empuje, es alegría, es imaginación, es voluntad. es... Es, creo, un inmenso privilegio para ti y así lo entendí.
- Tienes razón, me siento muy alagada. ¿Y lo de “Tierna”?
- La verdad dudé entre “Alegre” y “Tierna”, pero opté por la segunda pues la primera creo ya viene muy implícita en tu segundo “apellido” y porqué con ella retrato esa maravillosa niña, inocente, juguetona, dulce y golosa de todo, que vive tan ricamente en ti.

Hay veces en las cuales la mejor respuesta habita en una sonrisa, otras en un silencio complacido, otras puede que en un beso, ... Tras responder merecidamente Teresa retomó el diálogo:

- ¿Y ahora qué?
- Ahora y siempre ese interrogante vendrá con la vida. Pero tú y yo sabemos que esa vida no debe ser la que esperamos sino la que queremos. Y no esperaremos a que aquello que tan delicadamente sembramos crezca solo, ¿verdad? Lo abonaremos, lo regaremos, lo cuidaremos y poco a poco lo iremos trasplantando hasta que pueda crecer en un único jardín.
- ¡Cómo me gusta tu forma de explicar las cosas! Tienes alma de poeta, Raimon, ¿lo sabes?
- No, si nunca escribiera algo sería un modesto autor. Pero es verdad que me apasiona jugar con las imágenes y las palabras... Me entendiste, ¿sí?
- Claro, tanto tú como yo tenemos unas prioridades llamados “hijos o hijas”.
- Y con ellos compartiremos ese camino que nos irá acercando.
- ¿Te veré pronto?
- Nos escribiremos, hablaremos por teléfono,... Yo viajaré a tu lado y luego tú al mío. Fines de semana, puentes, vacaciones,... ¿Verme? De vez en cuando. ¿Tenerme? Ya para siempre.
- Me asusta volver a despertarme sola. No sé...
- Ya me contarás, pero yo tengo la sensación de que ya nunca más vas a encarar un sólo instante sintiéndote sola. ¿Sabes? Es la persona amada quien camina a tu lado, pero lo hace prescindiendo de tiempos y distancias, pues en realidad quien te acompaña es el amor.
- Volviste a hacerlo, jo. Con cada palabra que te escucho me enamoro un poco más de ti. ¿Puedo pedirte un favor?
- Dime, corazón.
- Falta poco para amanecer y... Ya sé que estás cansado pero... me gustaría sentir la llegada del nuevo día contigo dentro.
- ¿Cansado? Quien diga que hacer el amor agota es que se ha dedicado a otra cosa...

En mi alma de escritor se mezclan ahora mismo dos impulsos que me platean un serio dilema. Por un lado mi pretensión de ser formal, de adecuar el texto a las pautas convencionales, me agarrota la mano y frena aquello que iba a escribir: “Demasiado reiterativo, otra vez no...”, me digo. Pero la lógica apunta a ello, y en mi pretensión de acercarme a los personajes y dejarme llevar por la historia no cabe otra opción: Teresa y Raimon aprovecharon hasta el último minuto de su estancia en Goig para... ¿Para qué iba a ser?
Tras un corto prolegómeno de preparación de la travesía, ya con el mástil levantado y las velas de la pasión extendidas Teresa cogió el timón y, extendiendo su marinada piel sobre la cubierta de su amado, ondeó una vasta caricia hasta anclar la más bella áncora en el más hermoso fondo. La brisa de dos alientos y el oleaje de dos corazones enamorados traspasaron hasta compartirlo un cálido flujo de emociones que salivaban sentimientos y sensaciones por doquier, en un beso que cogió el instante y lo vistió de recuerdo intemporal. En un océano sin más pretensión que disfrutar de su inmensidad y con un viento callado por la necesidad de perdurar el vaivén del navío apaciguó su movimiento tanto como fue necesario, tanto como llevó la espera de ese último amanecer en Goig...
Pues eso, o sea, hicieron el amor. Luego, ya con el sol en danza, se ducharon, vistieron y bajaron a desayunar. A las ocho de la mañana partía el tren y allí, subidos, iban Raimon y Teresa. ¿Era ese un viaje de vuelta a la Tierra de Nunca Jamás? Desde luego que no. No son las fronteras realmente las que acaban señalando nuestra ciudadanía, la llamada madre patria. Para quien aprende a vivir desde dentro y para adentro no hay otra bandera que la que ondea el sentimiento y tanto Teresa como Raimon lo habían ya dejado adherido, sellado en la Tierra de Nunca Quizás. Así, vivieran donde vivieran allí podrían fijar su hogar, pero su corazón se había hecho con un maravilloso pasaporte que ya nunca abandonaría, ambos eran y serían ya siempre ciudadanos de la Nación de Goig.

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