Con este Blog abro un camino de confluencia entre mis escritos literarios y los pedagógicos. El escritor y el maestro juntan sus voces para lanzar un mensaje alto y claro: Sí, es posible el pasaje hacia un mundo mejor... ¿Seguro? ¡Segurísimo! Ahora bien, desde ya te digo que no basta con querer creerlo, hay que creer... Creer en la filosofía de vida relatada en Goig o en la mostrada por la Escuela de la Alegría es un punto de arranque... Quizás no será el ideal, quizás tampoco el mejor, pero es necesario dibujar unas líneas en el horizonte si de verdad queremos partir hacia algo. Si no has leído nunca mis escritos seguramente te perderás ante mi seguridad. Si así es te convido a leerlos. Puedes hacerlo aquí o, si me lo requieres, te los mando por mail. Pero si ya eres lector/tora habitual entenderás muy bien hacia donde quiero ir... Y si en verdad piensas como yo te invito a quedarte... ¿Te gustaría ser ciudadano de Goig? Ya te explicaré como... ¿Para qué? Quien sabe, pero, ¿no dicen que la unión hace la fuerza? ¿Probamos? Sea cual sea tu opción mil gracias por tu visita y ya sabes: vuelve cuando quieras.

En la Tierra de Nunca Quizás. La Nación de Goig. EL VIDEO PROMOCIONAL

domingo, 31 de octubre de 2010

Un encuentro generacional y la fe en los sueños de la infancia

PASAJE HACIA UN MUNDO MEJOR

EN LA TIERRA DE NUNCA QUIZÁS. LA NACIÓN DE GOIG (14)

En un encuentro generacional Teresa constata la necesidad de recuperar la fe en los sueños de la infancia...





De cómo la infancia resulta una frazada que puede envolver una vida o taparla...

Teresa y Mariona entraron en una habitación pequeña pero muy cálida… El suelo era de madera y estaba casi cubierto de cojines y grandes almohadones, las paredes lucían pintadas de un suave tono melocotón y la poca luz que entraba lo hacía por un ventanal muy grande que pintaba su llegada con colores y formas provenientes de una vidriera policromada con un paisaje idílico.
Mariona recogió unas almohadas y preparó su asiento… Sentada con la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas acomodó un almohadón en su falda y convidó a Teresa a… Ella se estiró en el suelo y apoyando su cabeza en el regazo de Mariona cerró los ojos…
Un suspiro largo abrió paso al puente más lejano, esa ruta perdida que nos conecta a nuestros orígenes… Las lágrimas por el reencuentro brotaron como si una grieta dejara salir la sangre encharcada, el dolor encarcelado en un corazón aún muy temeroso de mostrarse…
Mariona empezó a cantar… Su voz sabía a nana, su tonada mecía la pena como una caricia mece el deseo, su canción adornaba el silencio como las pinceladas pasteleadas decoran el blanco…


Al veure despuntar
lo major lluminar
en la nit més ditxosa,
els aucellets, cantant,
a festejar-lo van
amb sa veu melindrosa.

La garsa, griva i gaig
diuen: Ja ve lo maig.
Respon la cadernera:
Tot arbre reverdeix,
tota planta floreix
com si fos la primavera.

L'estiverola diu:
No és hivern ni és estiu,
sinó que és primavera:
perquè ha nat una flor
que pertot dóna olor,
en el cel i la terra.

Teresa abrió los ojos y miró fijamente a Mariona. En su mirada se vislumbraba a la vez agradecimiento y reclamo… Mariona siguió cantando…


Al ver despuntar,
al mayor iluminar
en la noche más dichosa,
los pajaritos, cantando,
a festejarlo van
con su voz melindrosa.

La urraca y el arrendajo
dicen: ya viene mayo.
Responde el jilguero:
Todo árbol reverdece,
toda planta florece
como si fuera primavera.

El carbonero dice:
No es invierno ni verano,
sino que es primavera:
porqué ha nacido una flor
que ha llenado de olor,
el cielo y la tierra.

Las dos permanecieron un largo rato en silencio… Mariona, con una mano en la cara de su joven amiga, la ofrecía el calor del cariño… Con la otra despeinaba su cabellera al tiempo que peinaba su paz…
Luego Teresa se incorporó y, sentándose delante de Mariona, la miró fijamente a los ojos y esperó…

- Quisieras ser esa flor, ¿verdad? Quisieras nacer otra vez… Quisieras que llegara por fin la primavera a tu vida…

Teresa asintió con la cabeza…

- Debes pensar que me escogiste a mí por el recuerdo de tu mamá. Debes creer que estamos aquí pues te gustaría hablarle a ella en mi persona… Pero no, lo que tú en verdad necesitarías es escuchar… Necesitarías encontrar explicaciones, razones, el porqué de lo inexplicable, el porqué de tanto dolor… Y, ¿sabes? Esa razón no existe… Es más: para ti no debe existir… No se puede, no se debe dar cuerpo al desamor, a la distancia con los seres queridos, al maltrato… Si le damos forma fijamos su presencia, si le damos lógica aceptamos su esencia… Y no la tiene, no puede ni debe tenerla…
-Pero pasó… Existió… Y ese dolor, aunque amagado, aunque disfrazado, sigue ahí… Es como una daga clavada, como una condena de por vida…
- Claro que ocurrió… ¿Sabes? Nada es por casualidad. No me escogiste a mi por mis años, tampoco por ser mujer que podría representar el rol de madre… Dios, me recuerdas tanto a mí… Cuando, hace veinte años, llegué a Goig estaba igual que tú… Diría incluso que peor…
- ¿De verdad?
- Sí, cariño mío… Yo también tuve una infancia triste, yo también viví esa tortura de sentirme a la vez amada y odiada… Mi madre iba y venía, como una ola… Sentía su amor, me sentía cuidada, pero cuando más la necesitaba, cuando la tormenta machacaba mi bienestar y amenazaba mi equilibrio, entonces, …, entonces huía, se apartaba de mí, lejos, muy lejos… Se refugiaba en su casita dorada, allá, en su interior, allá donde fingía que nada pasaba, que todo iba como debía ir…
- Y la buscabas, suplicabas su presencia, llorabas su ausencia, gritabas tu derecho a sentirte protegida…
- Sí, pero no acudía, nunca acudía… El miedo era demasiado horroroso… Ojos que no ven, corazón que no siente… Ella no podía aceptar su protagonismo, no podía aceptar que la inhibición es una espantosa forma de la complicidad… Era tanto su dolor interno que no había lugar para el dolor de los demás, ¿te das cuenta?
- Hace mucho que me di cuenta, ¡tanto! Pero explícale eso a una niña, explícale la soledad, explícale que no era por su culpa…
- Es terrorífico, lo sé… Vivir a la vez en el merecimiento y en el desmerecimiento: te hacen creer que mereces lo que recibes y que no mereces lo que tanto te falta… Afirmación y negación, que impotencia…
- Y… ¿Y tu padre?
- Me parece que más o menos como el tuyo: lejano para lo necesario y próximo para la exigencia de lo que a él le parecía procedente… Autoritario por mandato divino, la incomprensión personificada, y, en mi caso, un psicópata maltratador…
- Te… ¿Te pegaba?
- ¿Me? ¿Nos? ¿Si me pegaba? … Vida, dejémoslo en que me maltrataba… ¿Sí? Estamos aquí para hablar de ti… ¿Cómo era tu relación con tu padre?
- Jo… ¿Qué cómo era? Parece una pregunta sencilla… Yo quería a ese hombre, a ese extraño que aparecía tan poco, que siempre me exigía ser la mejor pero que nunca me premiaba por intentarlo… Ese hombre que pensaba podía disponer de mí para llenar sus vacíos, que creía podía programar en mí sus expectativas… Ese hombre que apaciguaba su rabia en mi dolorida cara, que saciaba su impotencia con el retumbo del grito en mis asustados oídos, ese…
- Y tu luchabas para ser cada día mejor, te construías en aquello que pensabas necesitaban de ti… Simplemente para ganar ese amor que no encontraba Teresa quiso trasformarse en un ideal que en verdad no existía, pues aunque hubieras sido un ángel alado no hubieras conseguido abrir ese corazón enfermo…

Un silencio volátil pero espeso cortó la conversación: frágil por la necesidad de volver a arrancar y denso por los pensamientos sugeridos, por los recuerdos inherentes en cada palabra dicha… Teresa aprovechó ese vacío y, acercándose a Mariona, la abrazó enérgicamente y la besó en la punta de la nariz… Luego se apartó ligeramente y, tomándola de las manos, volvió a hablar:

- Y te pasas media vida intentando olvidar… Y al final descubres que nunca olvidarás, que basta con perdonar… Y perdonas…
- ¿Perdonas? Cariño, tú no has perdonado aun nada…
.- Anda que no… Pregúntale a mi psicólogo lo que costó…
- Perdonar no es un acto teórico, te diría que ni siquiera es un acto práctico, tomado como tal… Para perdonar no basta con decirlo. No basta con pensarlo, no basta con sentirlo, no basta… ¿Realmente crees que uno puede perdonar al carcelero desde detrás de la reja? ¿Perdonará el pez al pescador mientras siga en la arena de la playa? ¿Perdonará la vida a la muerte si está se empeña en enterrar su espíritu?
A los niños que crecen en el desamor, aun sin maltratos graves, se les priva de uno de los bienes más preciados que les puede regalar la vida. Si los seres más queridos, tus padres, no quieren o no pueden amarte, ¿quién lo hará? Un corazón que crece en ese vacío se va cerrando poco a poco. ¿Hay otra forma de soportar ese dolor? A partir de aquí, el niño crece y puede optar por muchos y diversos caminos: entre ellos está la reproducción de los esquemas maternos o paternos, la persistente negación de los sentimientos, la frialdad extrema en las relaciones, la depresión crónica, la … Y algunos, como tú y yo, nos pasamos la vida queriendo sanar el pasado. Primero intentamos olvidarlo, incluso borrarlo, como bien dijiste, luego decidimos perdonarlo… Pero, querida, ¿de verdad me vas a decir que ese perdón te sanó la vida?

Teresa no se atrevió a contestar… La respuesta era más que evidente…

- El prisionero perdonará el día que cruce la puerta, el pez lo hará cuando se vea nadando en el agua y la vida indultará a la muerte cuando vea volar su espíritu hacia el cielo prometido… ¿Y tú? Tú perdonarás de verdad a aquellos que te privaron del amor el día que ames y seas amada… Sí, ya sé, amaste y fuiste amada… ¿Pero qué pasó luego? Creíste que eso se aseguraba en una firma, en un compartir objetivos, en… ¿Y entonces? Te has pasado media vida leyendo historias, ¿verdad? Yo hice lo mismo… Creía que el amor era un sueño literario, pensaba, y ya mayorcita, que un día llegaría el príncipe azul, el hombre perfecto… ¿Te has dado cuenta? La niña perfecta de papá estaba esperando al hombre perfecto… ¡Puñetera vida! Ni que hubiera llegado Richard Gere en una limousine… ¿Por qué? Hubiera desconfiado de él… Hubiera dudado de todas y cada una de sus pruebas de amor… Yo crecí en una partida de muak-plas. ¿Me entiendes? Detrás de cada muestra de cariño venía la agresión, el golpe, la distancia… Yo crecí en la escuela de “El amor no existe para ti”. Iba a la clase del “Tú no te lo mereces”… Luego me doctoré honoris causa en “Si quieres proteger tu corazón mantenlo cerrado”… ¿Cómo diablos iba a poder “amar y ser amada”? Ante el amor no es que sintiera miedo, sentía pánico… ¿Sabes? Cuando llegué aquí, ya con casi cuarenta años, no me había ni casado…

Teresa permanecía muda, perpleja, asombrada… Mariona estaba desmontando todos sus esquemas y estaba empezando a sentirse muy perdida y asustada… Uf, ¿y después? ¿Había un después?

- ¿Y luego?
- ¿Y luego? Llegué a Goig y conocí a Guillermo, mi Guía, mi amor, el padre de mi hijo, mi… No le fue fácil, la verdad… Aun a veces se rie de mí cuando recordamos mi llegada aquí… Cuando hablamos de ello siempre me suelta: “Dale recuerdos a tu sombra”… ¡Qué malo! Pero que razón lleva…
A medida que iba conociendo a Guillermo me iba enamorando más y más de él. Pero se produjo una lucha interna entre mis deseos y mis miedos que reconozco era para… Cuando Guillermo me hablaba del futuro yo siempre soltaba, sistemáticamente: “Qué mentiroso que eres”. Era como si hubiera en mí dos personas: por un lado la niña que se declaraba perdida y eternamente enamorada y por otro la mujer adulta, curtida en desengaños y trampas, que luchaba más para proteger su vuelta a Nunca Jamás que para quedarse en Goig… Recuerdo que Guillermo me contaba que para amar y ser amado de verdad había que echarse al agua desnuda y nadar sin miedo… Y se reía de mí. Un día me soltaba: “¿Donde vas con ese traje de buzo? Anda que estás sexy, pareces Tintín en “El secreto del Unicornio””. Otro decía: “Qué, ¿yo con el agua hasta el cuello y tu dando vueltas con la tabla de surf. ¿Acaso piensas que vamos a rodar un capítulo de “Los vigilantes de la playa”? ” Un día me sentenció. Me dijo: “Ayer se acercó al mar tu sombra. Se remojó los pies y volvió a la playa. Quería que saliera a hacer el amor con ella, pero yo respondí: se puede acariciar una sombra pero no grabarte en ella, se puede poseer una sombra pero no compartirte con ella…”
- ¿Y? ¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?
-Me dije a mí misma: “Mariona, Mariona, déjate ya de tonterías o lo vas a echar todo por la borda. Ninguna de las respuestas conocidas te sirvió de nada. Intentar vivir en el acero tampoco fue la solución. Ante ti se ha abierto esa puerta que siempre deseaste cruzar. Traspásala sin miedo, abre tu corazón de una vez, entrégate sin reservas, lánzate al agua y nada, y nada, sumérgete y bucea hasta poder abrazarlo… Desnúdate entera, en cuerpo y alma, y muéstrate… No existe esa negación, no debe persistir ni siquiera un “quizás”: Mariona SÍ merece amar y ser amada…”
- ¡Qué romántico! ¿Y?
- Aquel día pude afirmarme en ese “Sí Quiero” que enlazaba nuestros destinos. Y aquel día hicimos el amor, perdón, HICIMOS EL AMOR, por primera vez… ¡Uaaaau! Aquel día nací, por fin… ¡Tachán! Y aquí estoy, después de casi veinte años, sintiéndome más joven y completa que hace cuarenta… Sintiéndome, ¡tan feliz!
- Uf, se ve, se siente… Estás tan hermosa… Y, ¿entonces? ¿Qué debo hacer? Porqué… No sé, siento, me da la impresión, ¿quizás Raimon podría ser para mí lo que Guillermo fue para ti?
- Cuidado con eso… Conozco a Raimon y es un hombre excelente, pero ni él ni nadie va a poder hacer lo que solo tú puedes… Únicamente perdonarás al pasado y podrás renacer si vences todos tus miedos, si realmente consideras que te mereces vivir ese sueño, si realmente aceptas que te mereces amar y ser amada… Si un día vas a ofrecerte debes hacerlo desnuda del todo y con el corazón y el alma en la mano… Muchos hombres se conformarían con tener tu cuerpo, pero Raimon no es de esos, el necesita más, necesita tu amor incondicional…

Teresa se levantó y, ofreciendo sus manos, ayudó a levantar a Mariona. Entonces volvió a abrazarla y, en un susurro firmado con un beso, dijo:

- Mil gracias. Me has hecho tanto bien.
- Me alegro, muchísimo. Y recuerda: TE LO MERECES, ¡YA!

No hay comentarios:

EN LA TIERRA DE NUNCA JAMÁS. LA NACIÓN DE GOIG. Lee el libro online por capítulos.